martes, 18 de noviembre de 2014

A la venezolana o a la japonesa

En Venezuela no se habla sino de los altos niveles inflacionarios de la economía. 

La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios existentes en el mercado durante un período, normalmente durante un año. 

En Venezuela desde hace 2 años es una locura salir a adquirir un determinado producto y ver cómo su precio sube de una semana a otra sin sentido aparente. En días recientes leí en las noticias internacionales cómo el Gobierno japonés estaba superpreocupado porque tienen una tasa inflacionaria de 2%. Pensé: ¿pero de qué se preocupa el Japón si nosotros tenemos una tasa de 70%?

Indagando descubrí que una inflación tan baja es tan perjudicial como una tan alta como la de Venezuela, debido a que con una inflación baja al extremo, o deflación, que es la caída sostenida en precios de la mayoría de bienes y servicios, Japón también la está pasando mal a pesar de ser la tercera economía del mundo. 

La deflación afecta la inversión y con ello el crecimiento económico futuro. Es lo contrario a la inflación. Así como cuando suben los precios todos salimos como locos a comprar pues creemos que seguirán subiendo, cuando bajan, no compramos pues “pensamos” que seguirán bajando y postergamos nuestra decisión de compra. Dicho de otro modo, si los precios bajan, el dinero “gana” valor si no lo gastas y lo guardas. Sin aumentos en el consumo y la inversión la economía “no se mueve”, es decir, “se apaga” o funciona mal con distorsiones como sucede en Venezuela con su economía altamente inflacionaria o como el caso japonés que libera una lucha para que aumente el consumo y conseguir una tasa inflacionaria adecuada. 

Como vemos, ni tan calvo ni con dos pelucas, reza el dicho popular, todo se resume en mantener un punto medio ya que los extremos son fatales.  

Miriam Cuevas

Internacionalista

Hab. La Pastora

yahoo.com

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