domingo, 23 de agosto de 2015

Metrobuhoneros



Los usuarios los detectamos instantáneamente al verlos pasar el torniquete: cargan una bolsa plástica negra o marrón oscura, llena de productos; otros van en silla de ruedas o tienen alguna discapacidad. Quienes nunca los detectan son los empleados de seguridad, a pesar de que el Metro de Caracas tiene un amplio sistema de cámaras, micrófonos, etc.

 En los vagones empiezan a incomodar a los usuarios: voceo y venta de chucherías y otros productos, historias inventadas para sacar dinero y hasta fanáticos que predican “la palabra” a gritos; todo eso nos tenemos que aguantar en el Metro, hace unos años modelo de orden y limpieza en Latinoamérica. Si uno se queja en la cabina de la estación le sugieren tocar la alarma para que los de seguridad desalojen al buhonero. Les hice caso un día: toqué la alarma, y al llegar a Agua Salud se acercaron dos empleados del Metro. Al enterarse de que eran dos vendedores, el empleado dijo: “Ah, no...”. Habló con su compañero y subieron, sin atender la queja. El tren sigue su recorrido, los malos usuarios van bajando y dejando un reguero de bolsas y empaques de chucherías.

En cada vagón hay cámaras (línea 1). El conductor usa el micrófono interno para anunciar el pronto reinicio del recorrido, por ejemplo; pero nunca para decirle a la gente que no compre ni coma en el Metro.

Qué desperdicio de la tecnología de los trenes. Y de personal. Uno se pregunta qué hace tanto empleado en una cabina (Altamira, por ejemplo), en vez de estar controlando este mal que empaña la buena imagen del Metro.

También es culpa de los usuarios compradores que no saben que para montarse en este sistema de transporte deben respetar las normas.

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