jueves, 15 de octubre de 2015

Héroes anónimos


Desde mi infancia he sentido interés e incluso admiración por los superhéroes, su valentía, su coraje, sus ganas de luchar en pro de los más necesitados y, por supuesto, la casi indestructibilidad que poseen esas figuras de acción.

Con el transcurso del tiempo fui entendiendo que los ídolos insignes y temerarios sí existen, aunque no exactamente como las películas de Hollywood nos los presentan. Particularmente, creo que un héroe es una persona que realiza acciones extraordinarias y que son dignas de admirar, especialmente si se requiere valor y determinación para realizarlas.

En nuestra vida cotidiana creemos, pensamos y sentimos que en la sociedad donde vivimos estamos repletos de villanos, personas sin escrúpulos que deterioran y debilitan nuestra convivencia colectiva y la confianza en el prójimo, que en muchos casos nos lleva a preguntarnos: ¿en realidad existen los héroes?, ¿todavía quedan personas buenas y sin mala intención?

Desde mi óptica, todos los días vemos, conocemos y compartimos con personas que pueden ser grandes héroes, solo que existen casos que ni siquiera lo saben. Un ejemplo de lo anterior son los hombres y mujeres que se dedican a atender a personas discapacitadas o víctimas de algún padecimiento. Hacen falta valor, destreza, fuerza física y espiritual para atender a un ser que no puede valerse por sí mismo y, sobre todo, se necesita amor par atenderlo como realmente lo requiere.

Otro caso sería el de las fundaciones e instituciones que en distintos campos buscan ayudar y atender desinteresadamente a los más desposeídos.

Ahora bien, en mi caso tengo 20 años de edad y soy estudiante de Comunicación Social. Escogí esta profesión para dar a conocer las historias anónimas de perseverancia, lucha y valentía. Creo que los héroes anónimos existen, solo que no los hemos identificado.

De mi parte, reciban un agradecimiento por trabajar en función del bienestar y la paz de sus semejantes, en contribuir a la construcción de un mundo más humanitario.

Cierro con una cita de la madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

César Alarcón
alarcon-blanco@hotmail.com

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