lunes, 8 de marzo de 2010

El abandono

El abandono es el inicio de todas las maldades en contra del ser humano y por eso lo califico de primer round, de la pelea por la vida. Se abandona al niño procediendo en contra de las leyes de consanguinidad, de moralidad, de educación y sobre todo la ley de Dios.
Se abandona al preso en la cárcel, al enfermo en cualquier lugar y se abandona al anciano en su casa, en casas ajenas y en los geriátricos.
Cuando mancho este papel con tinta y lágrimas de mis ya cansados ojos, recuerdo el día, hace 4 años, cuando una cuñada mía, viuda, me acompañó a mi primer geriátrico. Perdí mi hogar, sin haber cometido ningún delito para recibir esta sentencia.
Al transcurrir 2 meses en ese geriátrico de San Antonio de los Altos, se me presentó un alto oficial del Ejército y me preguntó si podía dejar a su padre con mi compañía y que le dijera cuales eran los principales problemas que se confrontaban en ese recinto a fin de darle solución inmediata, a lo cual contesté que requeríamos de un televisor y que la comida era muy mala. Pero que el principal problema es que éramos atendidos por una sarta de hombres "enfermos" que acostumbraban a bañar a las señoras afectadas de mal de Alzheimer con mangueras de agua fría.
El mencionado militar de apellido Rodríguez, como yo, no volvió más nunca y su padre con un alto grado de inconsciencia aún debe estar esperándolo.
Yo me considero el abanderado de los viejos de este país por cuanto hace 24 años que no veo a mis cuatro hijos.
Mi abandono empezó un Día del Padre cuando estábamos todos festejando y, por supuesto, tomando licor con mi yerno médico ginecólogo, con mi hija farmaceuta y otra psicopedagoga. Se me presentó un infarto al miocardio y ellos me retuvieron en casa con la afirmación de que yo estaba borracho.
Al cabo de dos horas logré salir, tomé un taxi y llegué sin conocimiento al hospital Pérez Carreño donde terminé, después de una operación, con 65% del corazón necrociado por la tardanza en ser atendido.
Al día siguiente se presentaron al hospital y el cuerpo de médicos les reclamó fuertemente su proceder. Allí empezó mi abandono que no deseo que sufran ninguno de mis compañeros internos ni externos, después de haber sufrido y gozado durante muchos con mis adorados hijos.
Norman Rodríguez Martínez
Residente de un geriátrico en San Bernardino
norman.rodriguezmartinez.gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario