jueves, 18 de marzo de 2010

En un sismo la vida

Hay eventos naturales cuyos sucesos no podemos predecir, como los terremotos. Allí no nos queda otra que estar preparados. El terremoto de Haití fue de 7 grados en la escala de Ritcher (Mb) y duró un minuto. Le llevó la vida a doscientas mil personas. El terremoto de Chile fue de 8,8 Mb y duró un minuto y medio. Le llevó la vida a ochocientas personas, a pesar de haber tenido 1,8 Mb más que el de Haití y haber durado medio minuto más.
Este movimiento telúrico, equivalente a mil bombas atómicas, se llevó menos del medio por ciento de las vidas que cobró el terremoto de Haití, lo cual nos deja ver la inmensa influencia de la calidad del lugar que habitamos y de la oficina donde trabajamos, para sobrevivir a estos eventos.
En Venezuela, el 80% de la población vive en zona sísmica y en ese eje están ubicadas grandes ciudades como San Cristóbal, Mérida, Caracas y Cumaná, por mencionar algunas, con sus altos y modernos edificios, pero también con sus viejas casas coloniales y sus cinturones de ranchos. Nunca hemos sido sometidos a pruebas de movimientos sísmicos mayores de 7 Mb como promedio, siendo el de 1812 el que más superó ese valor sin llegar a 8 Mb. El más cercano a nuestras generaciones fue el de 1967, sucedido en Caracas y que no llegó a los 7 Mb, pero debido a él se desplomaron tres edificios residenciales y murieron algo más de doscientas personas.
Desde ese entonces, no hemos sido sometidos a una prueba parecida. Da la casualidad que desde ese entonces es que en Venezuela se edifica con restricciones normativas, habiendo sido revisadas dichas normativas apenas dos veces: en 1982 y en 2001. Desde 2001 no se han hecho revisiones y la palabra Covenin no se conoce desde 2004.
No nos descuidemos con la calidad. No esperemos 2012 Maya ni que se dé la Tercera Profecía. Ante la aparición de tal avalancha de tecnologías de construcción propias y extrañas, hay que actualizar las normativas para nuestras edificaciones, dejadas de un lado desde hace casi diez años.

José Durabio Moros
Ingeniero, habitante de El Hatillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario