martes, 18 de septiembre de 2012

El país de los sordos


Con este título no me refiero a aquellas personas que lamentablemente nacen o que, por alguna causa fortuita, pierden el sentido del oído. Me refiero a todos los venezolanos que día a día, estamos expuestos a una constante metralla de altos decibeles, que poco a poco van minando nuestra capacidad auditiva. Para muestra lo siguiente.
Los transportes públicos: el conductor lleva su equipo de sonido a todo volumen e instala cornetas a lo largo y ancho de la unidad. Las bocinas (cornetas), de estas unidades de transporte dejan sordos tanto al pasajero como a los conductores vecinos. Y Dios te libre de ir pasando por su lado porque parece que disfrutan tocándote la bocina en tus pobres oídos.
Cada pasajero lleva su propio dispositivo con sus respectivos audífonos, para escuchar su música, pero resulta que quien va a su lado, tiene que aguantarse tanto la música del vecino, como la del conductor aunada a la vocería de la gente que va en la unidad echando cuentos.
Las calles, corredores viales, centros comerciales e instalaciones públicas: al caminar por éstas te encuentras con vendedores de CDs que colocan su música a todo volumen. Si pasas por un bulevar y hay algún evento, los encargados del sonido creen que son los únicos habitantes del planeta y que tienen patente de corso para alterar el orden público, y si pasas por la puerta de algún organismo público tienen unas cornetas más grandes que tú amenizando el ambiente con alguna consigna.
Las "rockolas ambulantes", esos conductores que piensan que todo el mundo tiene que escuchar la música que llevan en sus autos y amenizan las diferentes calles de nuestro país.
En definitiva, si no te agarra el chingo, lo hace el sin nariz, y son tus pobres oídos los que pagan, a la larga, los platos rotos, ya que cada día vemos disminuida nuestra capacidad de oír.

Irina Arráiz
Polarico2011@gmail.com
iarraiz1954@hotmail.com

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