martes, 26 de marzo de 2013

Trabajadores residenciales


La nueva Ley del Trabajo cambia la denominación de conserjes (que personalmente no considero ofensivo o despectivo) a trabajadores residenciales.
   Estas personas llegan a una comunidad para formar parte de ella, pues realizan el mantenimiento de las áreas comunes del lugar que habitamos, manejan el desecho de la basura, cuidan el ornato de nuestros pasillos, la pulcritud de las áreas aledañas a nuestra propiedad y/o lugar donde vivimos.
   Ese mantenimiento es lo que permite, aunado a la preservación de nuestro propio hábitat, que nuestro apartamento mantenga su valor.
   He allí la importancia del trabajo que realizan. Muchos de ellos duran toda una vida en esta labor y, en muchos casos, permanecen en el mismo edificio hasta su jubilación, caso en el que logran reunir el capital necesario para adquirir su propia vivienda.
   Con la nueva ley he notado que obtienen importantes reivindicaciones; esa misma ley también ha hecho que muchos de ellos se comporten de manera rebelde y ofensiva. A mis manos han llegado las quejas de varias juntas de condominio, que al igual que en mi edificio, se ven atadas de pies y manos cuando alguno de estos trabajadores ofende, incumple su trabajo o irrespeta las normas. En nuestro edificio, el trabajador sólo labora en la mañana, en la tarde se va a la calle, se la pasa amenazando con traer a un fiscal del Ministerio del Trabajo y, además, quiere ejercer siempre su voluntad, obviando por completo los mandatos de la junta de condominio vigente y, por ende, del resto de los habitantes.
   Si bien sabemos que lidiar a diario con una gran cantidad de personas, todas de pensamientos diferentes, no es asunto fácil, tampoco los propietarios saben qué hacer cuando se enfrentan a un tema como este, sobre todo en tiempos de inamovilidad laboral. Estos son los casos típicos donde no siempre las leyes nos benefician.
   Cómo extraño a mis antiguos trabajadores residenciales, aquellos que nadie les imponía un horario pero que dejaban el edificio como una tacita de plata, que respetaban a toda la comunidad, que llegábamos a querer como si formaran parte de nuestra propia familia y que jamás pensamos en despedir.
Manuela Ortega
Taxista / Hab. de Av. FF. AA
manuelaortega26@hotmail.com

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