martes, 19 de julio de 2011

Crisis alimentaria, confiscadora del futuro

La seguridad alimentaria es uno de los aspectos más relevantes de la dinámica de un país. Una cosa es tener gran potencial para producir alimentos contando con tierras, aguas, fertilizantes y personas dispuestas a aprender las distintas prácticas agrícolas, pecuarias o pesqueras en el mejor de los casos, y otra cosa muy distinta es producir alimentos en cantidad y calidad que suplan la debida nutrición para una población.
La realidad mundial nos narra que cada vez son más limitadas la producción y la disponibilidad de alimentos para una población global que va en ascenso constante. No sólo eso, nos narra también que la crisis alimentaria se ha generalizado y es un problema tanto de los países pobres como de los desarrollados. Un ejemplo lo constituye China, que con 1.300 millones de habitantes tiene solamente 9% de su superficie agrícola arable, por lo que compra y alquila tierras en África, Suramérica y otras partes del mundo para suplir sus necesidades (Pérez, 2011).
La humanidad entera está en la búsqueda permanente de resolver sus necesidades alimentarias y así paliar la crisis mundial en la cual estamos inmersos desde hace varios años. En 2008, agravándose el problema, algunos países dieron inicio a pesquisas por tierras surgiendo de esa manera lo que se conoce como extranjerización de tierras o neocolonialismo moderno. Ejemplos vivos son la China National Agricultural Development Group Corporation, que opera en 40 países, entre ellos Argentina y Perú; Morgan Stanley, que compró 40 mil hectáreas en Ucrania; y Daewoo, que usará 1,3 millones de hectáreas en Madagascar durante 99 años. En Argentina, 27 millones de hectáreas de tierras cultivables están en manos de empresas y particulares extranjeros.
La fotografía de la realidad alimentaria mundial no está completa si dejamos por fuera el análisis de ese punto. Es cada vez más cierto que el factor de los efectos del cambio climático está presente y se hace sentir con más fuerza cuando transcurren los días. Los efectos ambientales asociados con el agua bien por inundaciones o por sequías extremas nos hacen cada vez más vulnerables, propensos a perder cosechas y fuentes de proteínas de origen vegetal o animal.

Evelyn Pallotta
eapallotta@gmail.com

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