martes, 20 de abril de 2010

Disfrutar la jubilación

Deseada por unos y temida por otros. Una espera que desespera o una patada en el trasero para los que no saben hacer otra cosa que trabajar. Una contrariedad para los que están en su mejor momento. Hay que ver lo que oculta el trabajo: sueños y frustraciones.
He conocido personas que se deprimen, se enferman cuando se jubilan, otras que desean lo más pronto posible salir de su trabajo o del ambiente de trabajo. Todo dependerá de cómo se sienten en ese trabajo; creo que si hay motivación, buenos incentivos económicos, respeto y buen trato de sus compañeros o jefes, las personas no desearían dejar su sitio de trabajo, eso sí, si son proactivos, trabajadores; no me refiero a flojos, “vivos” o reposeros.
Es muy importante que para el momento de la jubilación no se unan experiencias desagradables, como pérdida de un ser querido, una pérdida económica o una enfermedad, porque esto aumentará los problemas emocionales en algunas personas y necesitarán ayuda por parte de especialistas para no empeorar una posible depresión u otra enfermedad. Esta es una apreciación personal que puede entrar en el campo de la controversia.
Algunas notas transcritas de un artículo reciente de un diario español (Xavier Guis. El País Semanal) nos hace comprender algo más esta etapa, en la cual muchos vamos a entrar; para otros muy pronto y para muchos en algunos años.
La palabra jubilación está emparentada con júbilo, o sea, alegría. Se supone que, más allá de un acto meramente administrativo, el cese laboral es la culminación de una etapa de compromiso social para pasar a otra descargada de expectativas y obligaciones. Es como pasar de lo duro a lo suave. Es vivir el júbilo de levantarse por la mañana y disponer de todo el día por delante. El júbilo de hacer lo que a uno le venga en gana. La alegría de encontrarse de nuevo con uno mismo y por fin dedicarse sólo a ser.

Rubén D. Lopera
Neurocirujano. MgS. Educación Superior
rdlchez@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario