Ser caraqueña es saberse y sentirse parte de esa gran comunidad, vibrante, animosa, esperanzada, que convive en una sociedad pletórica de ilusiones y vivencias. Ser caraqueña es acepta las incomodidades de la comunidad consecuencia de su dinámico crecimiento y desarrollo: Las colas vehiculares y peatonales, la aglomeración de personas para acceder a algún servicio, el tropezar unos con otros cuando la necesidad de ahorrar tiempo apremia y el congestionamiento lo retrasa. Es desviar impotente la mirada ante la mano extendida del mendigo, es cerrar los ojos ante el niño durmiendo en la acera bajo un cartón. Ser caraqueña es ser paciente con las “malas” que la ciudad adolece.
Pero ser caraqueña también es ser comprensiva de sus fallas propias de una urbe cosmopolita. Ser caraqueña es alegrarse el alma y disfrutar de ella mientras viajamos en el rápido “metro”. Es sumergirse en la vorágine folclórica de la “buhonería” y conseguir con sorpresa aquél objeto que buscábamos infructuosamente por todas partes. Ser caraqueña es poder degustar infinidad de sabores culinarios ofertados en restaurantes criollos o exóticos de otros lares. Es elevar el espíritu con las alternativas de conciertos, danzas, teatro, cines, con la música de las “bandas” en las plazas. Es ver el disfrute de los niños jugando libres en los parques, las mamás con sus coches de bebés y los ancianos tomando el sol adormecidos en un banco bajo el árbol. Es distraerse tranquilamente observando el discurrir del desprestigiado río Guaire que atraviesa la ciudad. Es sobresaltarse al mirar el cielo y ver los pájaros que vuelan buscando sus nidos al final de la tarde. Es darle de comer a las palomas en la plaza Bolívar.
Ser caraqueña es contemplar desde Pico Ávila a Caracas desperezarse y brillar con el primer rayo de sol que la ilumina. Es deleitarse con el crepúsculo que cubre poco a poco los edificios bajo la mirada atenta y vigilante del “Guaraira Repano”, y ver como titilan las miríadas de luces multicolores al llegar la noche.
Ser caraqueña es ser hija de Caracas, es convivir con su gente, es ser tolerante, es ser agradecida y sentir que nacer y vivir en Caracas es un privilegio.
Edilia C. de Borges
Montañista, habitante de Los Palos Grandes
Edilia.cdeborges@gmail.com
martes, 29 de junio de 2010
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