miércoles, 11 de abril de 2012

Aventuras en el transporte público caraqueño

Al abordar un transporte público superficial en Caracas, los caraqueños aspiramos a trasladarnos de un lugar a otro para acudir a nuestros lugares de trabajos, de compras, de estudios o simplemente realizar una diligencia determinada. Pero cuando subimos a estos vehículos vivimos como usuarios una serie de situaciones que ni aquel mítico personaje hollywoodense, Indiana Jones en busca del arca perdida, lograría imaginar en sus andanzas por el continente africano.
Como en fila india van subiendo los vendedores de golosinas, tarjetas, cepillos dentales, pulseras, sortijas, etc., muchos de los cuales, en vista de la falta de trabajo, recurren a la venta dentro de las unidades de transporte público. Una puede entender el problema social tan grave que vive el país con la falta de empleos estables y bien remunerados. Pero las camioneticas no son el lugar apropiado para ejercer una actividad comercial.
Si usted cree que la aventura empieza y termina con los vendedores, le notifico que no; a los anteriores se suman las personas que solicitan colaboraciones para un familiar enfermo de cáncer, de un tumor cerebral, de un accidente vial, de una enfermedad del corazón, etc., los cuales si la gente no les colabora, ya sea porque no les creen sus historias o porque en varias oportunidades los han visto en distintas líneas de transporte público a lo largo de la ciudad echando el mismo cuento, se molestan y al bajarse de la camioneta te insultan y te dicen: "¡Ojalá nunca les dé cáncer!"
Como vemos, los pasajeros experimentamos de todo cuando subimos a un transporte público. Pero, para cerrar con broche de oro, no podemos obviar a los excarcelados que, con cara de pocos amigos, se suben a las camionetas y con una charla violenta y amenazante, les dicen a los pasajeros: "No venimos a robarles sus carteras, billeteras o celulares; simplemente acabamos de salir de La Planta, no somos de Caracas y necesitamos su colaboración para viajar a nuestras casas". Las personas asustadas, por supuesto, proceden a darle billetes de 2, 5 y hasta de Bs 10.
Las situaciones descritas son parte de la cotidianidad de los caraqueños y no es una invención; vemos con preocupación que a pesar de que la prensa escrita, radial y televisiva toca el tema a diario, ningún ente gubernamental parece tomarse el tema en serio. Sólo aplican medidas coyunturales que aplacan el problema por periodos cortos, que luego resurgen y vuelve el mismo círculo vicioso, en que las personas inescrupulosas retornan a sus andadas aterrorizando a los pasajeros.
Miriam Cuevas
Internacionalista, Habitante de La Pastora. mairimc27@yahoo.com

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