jueves, 11 de septiembre de 2014

Más Conciencia en la autopista

El lunes 25 de agosto los habitantes de Carabobo despertamos con una bofetada de dolor que estremeció nuestras almas e hizo saltar a nuestra boca una amarga pregunta: ¿hasta cuándo la Autopista Regional del Centro (ARC) va a seguir borrando las esperanzas de tanta gente? Gente que ha puesto punto final a sus vidas por la impericia, imprudencia e irresponsabilidad de conductores y por la ineficiencia, irrespeto e impunidad de las autoridades que tienen en sus manos las decisiones en materia de tránsito en el país.
Quienes deben pasar por esa importante arteria vial están expuestos a innumerables peligros. En primer lugar, el hecho de su insuficiencia para la gran cantidad de vehículos que transitan por allí. En segundo lugar, los que tienen que ver con los desmanes de los conductores de vehículos de carga, amos de la vía, a quienes ninguna autoridad es capaz de meter en cintura.
Los venezolanos, y en especial quienes usamos esta autopista, escuchamos una vez un cuento de un ferrocarril que nos iba a permitir librarnos del peligro de las llamadas gandolas, pues las cargas pesadas viajarían en el soñado tren. Efectivamente los trabajos comenzaron y avanzaron de alguna manera, pero -nunca falta un bendito pero, como diría Perucho Conde- desde hace como dos años no se ha vuelto a decir ni pío del susodicho ferrocarril y ya no se ve a nadie trabajando en la obra, solo se ven cabillas oxidadas y las planificadas bases, como grandes fantasmas de la desidia, la desinformación y, sobre todo, de la ilusión de muchos ciudadanos que amamos este país y soñamos con verlo prosperar, aunque sea en las vías de comunicación.
La vida del joven deportista venezolano, carabobeño, Elvis Montero, y la de cuatro miembros de su amada familia, incluyendo a su sobrino que no llegó a nacer, merece ser reivindicada junto con la de miles de venezolanos que han perdido la vida en la ARC.
Yoelina Mendoza Guerra

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