He sido testigo de excepción de dos eventos que elevan la condición humana a cimeras cúspides, allí donde están los alimentos que sacian verdaderamente como lo son la fe y la esperanza y que nos llenan de mansedumbre y de paz la copa de nuestra alma.
El primero de ellos fue el 27 de abril de 2008 en el que La Madre Candelaria de San José, humilde religiosa luchadora procedente de Altagracia de Orituco (Gua), por orden del Papa, se le concedió la gracia de ser venerada como Nueva Beata de la Iglesia Católica.
En esa oportunidad, recuerdo, se prometió construir un magno templo en la región del Orituco para honrar este acontecimiento, en el cual participarían todos los organismos del poder nacional y regional así como la población en general.
El otro evento es que mi vida me ha llevado a presenciar la construcción en el municipio Carrizal (Mir), de la hermosa réplica del templo en honor a la Virgen de Fátima, en donde han participado de manera efectiva y a la calladita todos los sectores de la comunidad: cada columna de dicho templo por ejemplo, ha sido donada. Ese esfuerzo común es digno de admiración y me lleva a decir que tareas como estas son posibles, sólo si nos unimos más allá de nuestras concepciones ideológicas. Ambos eventos, en un ejercicio de extraña coincidencia los comparo y me llenan el espíritu de preguntas: ¿Se podrá construir el templo en honor a la Madre Candelaria en Altagracia de Orituco (Gua) algún día? ¿Por qué en Carrizal (Mir) si han podido con la construcción de la réplica del templo en honor a La Virgen de Fátima? ¿Es un dinero mal invertido la construcción del templo en Orituco (Gua) o por el contrario una inversión social de gran envergadura que dará hermosos frutos en el tiempo?
Rafael Ledezma
Prof. en Ciencias Sociales, hab. de San Antonio de los Altos. Email: ledezmar@cantv.net Twitter: @ledezmar1
viernes, 23 de julio de 2010
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