jueves, 16 de septiembre de 2010

Ancianos amarrados

Llegó el día en que me decidí a reclamar a todos los venezolanos y en especial al ciudadano Presidente de la República el por qué todavía en esta Venezuela bolivariana revolucionaria y petrolera se continúan estos métodos absurdos en casi todos los institutos geriátricos del país. Se esgrime el argumento de que esto se practica con orden médica; que se hace con aprobación de los hijos y en otras ocasiones por orden de los directores del geriátrico.
Yo pregunto ¿quién los facultó a ellos para emitir esas ordenes? No hay leyes que amparen tan tamaño crimen para facilitar el trabajo de los médicos, de las enfermeras y de los directores de esos organismos tanto públicos como privados. La dirección de clínicas del Ivss y los alcaldes deben vigilar a estos lugares porque amarrando a un paciente que no ha cometido ningún delito durante 12 horas continuas en estricta rigidez le ocasiona dolor, molestia, bravura, deformidad en sus huesos por la inamovilidad. Ningún anciano ha obtenido mejoría alguna de sus males con esta práctica y el único destino ha sido el descanso eterno. En mi niñez solía ver a los hombres que salían en libertad de la cárcel de La Rotunda hoy plaza Concordia y entre ellos “mi amigo” el general Emilio Arévalo Cedeño con sus incurables muecas o heridas incurables que les ocasionaron los cepos y grillos utilizados por la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Es urgente la elaboración de una ley de ancianatos para acabar con una serie de irregularidades. Conozco el riesgo que tiene una denuncia de este tipo, pero la hago en mi condición de residente abandonado por mis hijos desde hace muchos años. No gano nada con atesorar temores que no van a servir de nada durante el poco tiempo que me queda de vida.

Norman Rodríguez
norman.rodriguez@gmail.com

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