martes, 14 de septiembre de 2010

La diversidad y sus paradojas

Que la realidad es compleja lo sabemos pero no lo aceptamos. Seguimos esperando que la realidad se agote en proposiciones definitivas, en afirmaciones contundentes del tipo "los hombres no lloran".
Sabemos que los hombres sí lloramos, por lo tanto este tipo de afirmaciones no son solo insuficientes para dar cuenta de la realidad y su complejidad intrínseca, sino que son evidentemente falsas.
Hace tiempo ya que conocemos la teoría de la diversidad adaptativa, que postula que la diversidad es una ventaja evolutiva que facilita la adaptación a la realidad cambiante. Sin embargo, seguimos actuando como si la realidad fuera simplemente "blanco y negro", binaria. No hay tal cosa como una realidad binaria, donde todo se resuelve a partir de dicotomías del tipo enunciado antes.

La mayoría parte de la realidad y mucho más la realidad humana, social, se desenvuelve en una multiplicidad de formas y colores que no permite su simplificación, por más que nuestro cerebro se resista a aceptarlo.
Y esa diversidad-complejidad tiene su razón de ser. Se trata por ejemplo de que las madres de hijos homosexuales tienen una mayor capacidad procreativa, muy distinto a quienes postulan que "si todas las personas fuéramos homosexuales la humanidad se extinguiría" (como si la orientación sexual tuviera algo que ver con el deseo de procrear" y evidentemente es materialmente imposible que la Humanidad padezca tal tipo de cambio instantáneo y absoluto hacia una sola orientación sexual).
Que la orientación sexual y la identidad de género son características naturales, intrínsecas a las personas heterosexuales, homosexuales, bisexuales y trans, lo corrobora el hecho de que el Comité de los Derechos del Niño (órgano de Naciones Unidas que vigila el cumplimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño) ha declarado que dicho pacto internacional protege los derechos de niñas y adolescentes homosexuales o transexuales (en sus comentarios generales 2 y 4 y en sus observaciones a los informes presentados por los estados partes en la convención).
Esto solo debería bastar para erradicar por completo del espacio público el discurso de odio, descalificador de la diversidad sexual y de la condición humana de estas personas y para fomentar en periodistas, articulistas y todo tipo de opinantes una visión ética de la diversidad, que es necesariamente inclusiva y respetuosa de las personas homosexuales, bisexuales y trans.

José Ramón Merentes
Activista de derechos humanos, habitante de Chacao. joram3000@hotmail.com
(Texto publicado en ÚN el jueves 9/09/10)

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