Vivimos con el ruido, nos acompaña en igual medida que el aire que respiramos. Tomamos conciencia de ello sólo cuando llega a causarnos daño o molestia, y decimos que es insoportable e intentamos huir del lugar o reclamar que bajen el volumen. Las posibilidades de alejarse de él son cada vez más remotas.
En el estado Vargas, por ejemplo, diariamente el ruido de equipos de sonido a todo volumen en el transporte público nos perturba.
Pese a existir ordenanzas que lo prohíben, no hay mano dura al aplicar las disposiciones, y cuando las autoridades se han atrevido son medidas intrascendentes. Los transportistas, cada vez que solicitan un alza del pasaje, indican que cumplirán y tomarán medidas al respecto, que sancionarán a sus asociados, pero nada pasa. El aumento va y viene y la música sigue a todo volumen, así como los contenidos obscenos de algunas melodías.
Con el desarrollo y crecimiento de nuestra sociedad, el ruido ha adquirido cada vez mayor importancia y se incluye dentro de los factores de nuestro entorno ambiental que traen efectos nocivos para la salud como: trastornos del equilibrio (impresión de pérdida del equilibrio y falta de coordinación en los movimientos, lo cual puede causar graves accidentes, náuseas, vómitos y desmayos); trastornos visuales (producidos por ruidos mayores a 90 decibeles, que causan disminución en la apreciación de la distancia y dificultad para ver en la noche) y trastornos cardíacos (se ha constatado que el ruido provoca una aceleración de los latidos del corazón, relacionado con el aumento de la actividad del sistema nervioso, así que cuidado quienes sufren del corazón o tengan un marcapasos).
También el ruido puede tener efectos sobre nuestro equilibrio psicológico, porque participa en la presión de la vida cotidiana y se manifiesta en el estrés, en casos de angustia y desequilibrios nerviosos. Todo ello por falta de orientación por parte de las autoridades y por la debida aplicación de las leyes. Si usted ha tenido alguno de estos síntomas, piense en que puede ser por la exposición al ruido diario que nos atrapa en esta ciudad.
Migdalia Solano
Geógrafa, docente universitaria, habitante del estado Vargas.
pagoxigeno@hotmail.com
Texto publicado en ÚN el domingo 12/09/10)
martes, 14 de septiembre de 2010
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