miércoles, 12 de mayo de 2010

Yo quiero la casita

Cada año nacen menos personas en Venezuela. Venimos disminuyendo nuestra tasa de crecimiento y también el número de personas por hogar. El INE habla de que ya llegamos a 29 millones y que tenemos 6,6 millones de hogares, pero que cada hogar está formado por 4,4 personas; bastante menos que hasta hace poco, que era por 5,4 personas. Es decir, la meta de las famosas 100 mil casitas por año no era una cifra caprichosa salida de la mente del presidente Rafael Caldera. Obedecía a estos simples análisis, los mismos que señalan que ese índice interanual ya va por las 110 mil casitas, llevando el déficit total a los 2 millones de viviendas.
No es cuento. Es una situación crítica y creciente con la cual nadie ha podido. Por ello la solución debe ser estructural. Pasa el tiempo y pareciera que no nos damos cuenta: estamos trabajando con esquemas equivocados que han permitido que el aterrador déficit siga creciendo indetenible y que el dinero invertido se siga yendo por un pozo sin fondo. La esencia de esos esquemas está en la figura intermediaria que a pesar del desastre sigue tan campante y al pueblo, eternamente ávido, le siguen llegando, cuando le llegan, las migajas: obras demoradas, incompletas y de baja calidad, pues hay que satisfacer primero a la vorágine intermediaria. A la vivienda necesaria no se la puede seguir poniendo en manos de terceros, lo cual se ha tornado perverso y corrupto. Hay que eliminar esa intermediación con prisa y sin pausa e involucrar al eterno doliente en todas las etapas en la seguridad de que la fuerza de su necesidad y sus poderes creadores le darán el impulso definitivo para alcanzar sus metas con el apoyo directo y permanente del Estado. Se requiere nueva mentalidad universal que ponga desde el principio de los planes a la vivienda necesaria directamente en las manos del pueblo necesitado. De lo contrario, seguiremos haciendo peso para que el mundo se hunda: Seguirán los déficits y las protestas en masa a las puertas de las oficinas públicas; continuará la lucha represiva contra las invasiones cada vez más populosas. Seguirán los rancheríos sorpresivas. Nos desbordarán los barrios insalubres.
José Durabio Moros
Ingeniero y habitante de El Hatillo
josedurabio@gmail.com

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