lunes, 7 de julio de 2014

Ciudadanos devaluados

       En los últimos dos años, en Venezuela se ha vuelto tarea imposible alimentarse, vestirse, calzarse y comprar lo necesario para el aseo personal.
       Una tiene que andar cual corredor de 100 metros planos o garrochista cazando los comercios donde adquirir lo “básico”. Ir a una cadena de farmacias a buscar jabón de baño, desodorante (que no sea de bolita), afeitadoras desechables, etc., es una aventura nada grata por el tiempo, las colas y por la infinidad de visitas a distintos comercios.
       Ahora, vestirse es otra pesadilla porque, si intenta comprar una simple blusa de algodón, un pantalón blue jean y un par de zapatos deportivos, usted puede caer como Condorito largo a largo. Hace 15 días, entré a una reconocida cadena de tiendas de ropa de damas, caballeros y niños, ubicada a la salida de la estación del Metro de Plaza Venezuela, para comprar una blusa de algodón. Me llevé un susto porque tenía un costo de Bs 1.250 “¡Qué robo!”, expresé.
      La poca clientela salía despavorida del lugar donde me encontraba, y al unísono se preguntaban dónde están los precios justos y la fulana Superintendencia de Costos y Precios Justos, que no sanciona al establecimiento.
      Una recomendación, o más bien una exigencia, al Gobierno nacional y a los entes competentes: ¿hasta cuándo jugarán con la paciencia y el bolsillo de los venezolanos? O suben los salarios en dólares o desmontan el control cambiario o ponen andar de una vez por todas las industrias manufactureras, alimenticias, de vestido, de calzado y de productos de aseo personal, etc. Los venezolanos estamos agotados, estresados y enfermos de luchar contra la corriente, mientras que los que tienen que velar por el bienestar de la ciudadanía viven en su realidad virtual llena de lujos y con sus necesidades supersatisfechas. ¡Ya basta!

MIRIAM CUEVAS
Internacionalista
Habitante de La Pastora (DC)
mairimc27@yahoo.com

1 comentario:

  1. Asi es amiga,aqui en los Valles del Tuy,todo esta por las nubes y no se consiguen los alimentos,ni las medicinas.Los adultos mayores estamos angustiados y desesperados.¡Ya Basta!
    Atentamente,sr.Franz Freites.

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